14 de marzo de 2016

La Habitación (Room)

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Desde el visionado del trailer sentí curiosidad y temor a partes iguales. Pensaba  que para verla necesitaba de un momento de estado anímico concreto, debido a la naturaleza de ésta. Conforme leía noticias, como que la autora de la novela (Emma Donoghue) se hacía cargo también de la adaptación del guión, más me convencían los motivos. Y este pasado fin de semana finalmente la ví motivado por mi querida compañera de aventuras (y madre de mi pequeño explorador)... y, efectivamente, hasta que no ha pasado un pequeño tiempo de mesura no he llegado a encontrarme convencido a recomendarla. 



No se trata de una película de secuestros al uso. La sensibilidad la aporta la narración de la voz en off de Jack que desde su perspectiva con sus frases aparentemente disparatadas y francamente inocentes, desmontan tanto a su madre como al espectador. Los repetitivos saludos de Jack a las cosas, su infinita serpiente formada por cáscaras de huevo, su pasión por la televisión y el amor a su madre sobre todas las cosas. El niño que representa Jack es la inocencia dentro de la barbarie. Es la única razón por la que voy a sobrevivir debe decirse la madre cada día, la única. 

La primera parte de la la película cuenta la pesadilla diaria, la vejación continua (sin entrar en detalles morbosos, sin buscar la pornografía) que lleva sufriendo 7 años la protagonista, pero al hacerlo a través del prisma de Jack hace que nuestros estómagos resistan un poco más. La parte que me resulta más inquietante, y el aporte más humano que realiza el film, es la que comprende al después de la liberación, a la vida tras el infierno. Esta segunda parte explora una parcela poco tratada como es la adaptación de Jack al mundo y la aceptación psicológica de la felicidad por parte de su madre. Ojo a esto, la aceptación de la felicidad.



En líneas generales; intensas dosis de angustia y la opresión del espacio cerrado, son un cóctel que, a mi, me ha tenido un par de días digiriendo lo que ahora escribo: es una película con una sensibilidad que anda por la vía de la esperanza, revestida de ingenuidad, sin dejar de darte un mazazo de realidad. Pero, tenlo claro, hay vida tras el mazazo.









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