4 de mayo de 2015

La teoria de la necesidades, de David McClelland

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No resulta extraño escuchar a alguien decir que deberíamos tener una segunda oportunidad, una segunda vida con la que poder disfrutar de lo aprendido en la primera. ignoro en qué términos imaginan una segunda vida aquellos que creen en la reencarnación. Yo no acabo de creer en ella, y sin embargo sí he experimentado que algunas situaciones se repiten en parecida forma en nuestra vida, de manera que entonces sí estamos disfrutando de una segunda oportunidad. Oportunidad en la que podemos poner en práctica lo aprendido, o quizás volver a cometer el mismo error y tropezar de nuevo en la misma piedra, o tal vez cometer un error diferente y así tener la oportunidad de aprender algo nuevo. 

También hay algunos, quizá los mismos de antes, que dicen que sabe más el diablo por viejo que por diablo. Y es que una vida da mucho para aprender, aunque no lleguemos nosotros mismo a tener una segunda oportunidad. Afortunadamente tenemos memoria de hechos, situaciones y conocimientos que otros aprendieron y nos fueron legando de generación en generación.


Entre esos saberes se encuentra la psicología, una ciencia encargada de estudiar el comportamiento humano. Mientras que la psicología social, la psicología de grupos, es aquella parte que estudia nuestro comportamiento cuando estamos en grupo. Y así, la dinámica de grupos podría definirse como aquella parte de la psicología que estudia y analiza las reacciones espontáneas de los individuos dentro de un grupo. 

Así, para un grupo de disciplinas, el camino que los seres humanos andamos se ha vuelto una senda susceptible de prever, más allá del nacer, crecer, reproducirse y morir. Desde Aristóteles hasta ahora, nos hemos ido preparando para las continuas sorpresas que te da la vida, que no hacen más que definir y concretar aún más esa senda. Dicen los psicólogos, que el motor que impulsa nuestra conducta es la motivación, aquello que nos hace actuar. Y que si ese algo que nos hace actuar es tangible y externo se denomina estímulo, aquello que nos anima a la acción. Un premio, algún beneficio, o la posibilidad de evitar un castigo, en todo caso externo a nosotros mismos. Pero hay un tipo de motivación, denominada intrínseca, que es aquella que proviene de nosotros mismos. Siempre es más efectivo que el deseo por conseguir algo nazca de una necesidad interna que no de un premio externo, pues estos pueden llegar a saciar, a colmar hasta tal punto nuestra necesidad que ya no nos valga ese premio. Sin embargo, cuando el estímulo motivante surge de una necesidad interna, aseguran, nunca llega a satisfacerse del todo.

McClelland - y así llegamos al título del post.- fue un psicólogo americano que definió tres tipos de motivación intrínseca, tres tipos de necesidades distintas en las personas según su personalidad. De manera que todos participamos de estos tres tipos, pero siempre hay uno que se manifiesta en nosotros con una intensidad mayor. Enunció que una motivación de Logro sed a en aquellas personas preocupadas primordialmente en conseguir cosas determinadas, realizar proyectos, obtener metas. Y suelen sentirse satisfechas cuando dan un trabajo por terminado. McClelland también habló de un segundo tipo, la motivación de Poder, cuyas motivaciones internas se hayan en personas a las que lo que más les interesa es poder mandar sobre otras, ser jefes, lograr imponer sus criterios, sus ideas. Sintiéndose satisfechas cuando son líderes del grupo en el que están. Y el último tipo de personalidad que encontró McClelland fue el de aquellas personas con una motivación de Afiliación, pues la máxima ambición de estas consiste en sentirse integradas y queridas dentro de un grupo. lo que estas personas buscan dentro de su grupo es sentirse integradas y queridas. Buscan la aprobación grupal y son sociables por naturaleza.

Me he reconocido fases en las que la motivación más intensa era la del tipo de Logro, pero me reconozco más etapas en las que las motivaciones de Afiliación eran las de mayor intensidad. Y tú, lector, ¿te has reconocido en alguno de estos tres tipos de motivación o necesidad que proponía McClelland?






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